sábado, 18 de agosto de 2012

Tengo 70 años y estoy embarazada



No es una moda, no nos están contando un chiste ni estamos sentados en el sofá disfrutando de una película de ciencia ficción. Las mujeres de más de 50 años no están fuera de juego. España tiene la media de edad más elevada en sus embarazadas. Una cifra que ha ido subiendo a lo largo de los años y que se mantiene por encima del resto de países. abc.es
En la actualidad, las españolas esperan hasta los 32 años para quedarse embarazadas de su primer hijo mientras que, en años anteriores y por término medio, esa cifra rondaba los 26 años. Del total de niños que vinieron al mundo el año pasado, 208 nacieron de madres de más de 49 años. Por otra parte, nuestras embarazadas prefieren el calor del verano para traer a sus hijos al mundo. Agosto es el mes de los nacimientos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), 41.682 bebés nacieron en el 2011 en esta estación del año.
A partir de los 50 años, quedarse embarazada se convierte en un sueño para muchas mujeres. Sin embargo, no son sueños imposibles ni alejados de la realidad. La medicina reproductiva guarda entre sus historiales varios ejemplos que, en su momento, sorprendieron a la sociedad. La rumana Adriana Iliescu de 66 años, la española Carmela Bousada de 67, y la india Rajo Davi de 70 años son veteranas de la vida, y a la vez, principiantes en el camino de la maternidad en edades maduras. En su momento, capturaron las miradas de todo el mundo y ahora, sirven de ejemplo para muchas mujeres que se acercan a las clínicas de fecundación in vitro. En España no hay un límite de edad establecido por el que una mujer puede asistir a ellas con el objetivo de quedarse embarazada. Aunque la Comisión Nacional de Reproducción Asistida recomienda establecer el límite a partir de los 50 años, la decisión sobre si una mujer de avanzada edad debe empezar o no con el tratamiento está en manos del médico que se encarga de su procedimiento. Sobre los riesgos, la Asociación Española para el estudio de la Menopausia recoge en su página web un artículo que afirma que «la mujer debe estar siempre informada de los riesgos que conlleva un embarazo en la menopausia, tanto para la salud de la mujer como para la del niño». Entre los peligros más habituales están las posibles malformaciones en el feto, aumento de enfermedades maternas como diabetes o hipertensión y una mayor probabilidad de cesárea.

Medicina al alcance de todas

Quedarse embarazada está en la agenda de la mayoría de las mujeres españolas pero el tiempo, el calendario laboral o la dificultad para encontrar a la pareja adecuada retrasan la edad con la que se quedan embarazadas. En España casi 30.000 mujeres de 40 a 44 años, y en torno a 12.000 de entre 45 y 49 años, desean tener un hijo, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Un gran porcentaje de ellas, aseguran no encontrarse con apoyos suficientes cuando sacan a la luz su deseo de ser madres a una edad avanzada. Sin embargo, la medicina reproductiva no le da la espalda y pone a su disposición la vitrificación. Esta técnica consiste en congelar sus óvulos para que, cuando quieran quedarse embarazadas en una edad más avanzada, puedan tener las mismas posibilidades de ser madres que una mujer joven. Los óvulos pueden permanecer congelados indefinidamente aunque la media establecida es de unos seis años.
Los japoneses fueron los primeros en adoptar esta técnica. Como resultado de ello, en el año 2002 nació el primer niño a partir de un ovulo vitrificado mientras que en Europa los resultados llegaron poco después, en el año 2007, con el nacimiento de los mellizos Francisco y Lucía en Valencia. Ellos, al igual que en los primeros casos, son dos niños sanos que procedían de óvulos donados de otros países europeos. Todo esto, supone una ayuda que llega a tiempo para muchas mujeres, en especial, para aquellas que tienen que someterse a un tratamiento de quimioterapia, ya que después de la enfermedad, los óvulos quedan dañados.
Con el apoyo insistente de la medicina, las mujeres de más de 50 años superarán las crueles calificaciones que la propia sociedad les ha ido imponiendo como castigo por atreverse a revelar su sueño.

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